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Día Internacional de las Pymes: más penas que razones para festejar

Por Nino Fernández

Hace dos años que la ONU, por iniciativa del ICSB (International Council Small Business) instauró el 27 de junio como Día Internacional de las Pymes. Una celebración que viene a hacer justicia con la mayor comunidad empresaria del mundo, que por cierto- y salvando las distancias- suelen mostrar características y padecimientos similares en todo el planeta.

Ha dicho el argentino Rubén Ascúa, uno de los mayores investigadores de la temática pyme a nivel internacional, y de hecho presidente por varios años del ICSB y de la Red Pyme Mercosur, que a nivel global las semejanzas entre las pequeñas y medianas firmas trascienden cuestiones como el acceso al crédito y tienen más que ver con los desafíos que impone la brecha productiva, la competitividad y la supervivencia, al fin y al cabo.

Por su parte Vicente Donato, presidente de Fundación Observatorio Pyme, dijo recientemente en una entrevista que el empresario pyme argentino es tan inteligente y sagaz como lo son los empresarios italianos y coreanos, que se supone, son exitosos. “En todo caso lo que falla aquí es el hábitat”, dice Donato, intentando explicar la brecha de resultados entre aquellos y los nuestros.

Paréntesis: cuando se habla de hábitat o de ecosistema se habla de la gran cantidad de factores que hacen posible (o imposible) la vida de las empresas y emprendimientos en convivencia con sus pares y el resto de actores económicos.

Vayan algunos de esos factores, por si hiciera falta recordarlos: presión impositiva, condiciones de la demanda, del acceso al crédito y a los insumos, apertura económica, reglas de juego, relación con el sistema de Ciencia y Tecnología, etc.

Todas o casi todas, asignaturas largamente conocidas y desaprobadas en el ámbito local desde hace buen tiempo. A este panorama escasamente amigable para los negocios en la Argentina se suman factores de tipo coyuntural como la caída de ventas, las tarifas dolarizadas, el contrabando y la economía en negro y los alquileres por las nubes. Nada nuevo bajo el sol.

Tampoco es nueva la última gran queja de las pymes vinculada al mercado de trabajo. En la actualidad no hay pyme que no incluya en su retahíla de fatalidades los dolores de cabeza que le genera desde la contratación de trabajadores a mantener un plantel estable. Problemas de todo tipo y tamaño, que en muchos casos hablan de abusos bajo el paraguas de la legislación laboral vigente.

Con discutible sentido de la oportunidad política el Gobierno ha vuelto a poner sobre el tapete la necesidad de una Reforma Laboral, que tarde o temprano habrá que encarar, como tarde o temprano habrá que reformar el sistema previsional e impositivo.

Y que se entienda bien: esto no significa avasallar derechos adquiridos, ni transferir beneficios del sector trabajador al sector empleador.

El tan remanido concepto de derechos adquiridos, que engloba desde las horas diarias de trabajo y las vacaciones, hasta la discusión paritaria, el aguinaldo, las vacaciones, etc, explican, en buena parte, por qué la Argentina tiene la clase media más densa de Latam. Y ya se sabe el peso de la clase media en el mercado interno, principal target de las pymes.

El otro capítulo importante que debería abordar cualquier proyecto de Reforma Laboral, son los costos de emplear trabajadores, con las cargas laborales a la cabeza. Un punto central en el que el Estado debería hacer un esfuerzo fiscal importante, a esta altura, una verdad de Perogrullo.

Es que más allá del derrumbe de ventas que no justifica tomar personal, las pymes saben que en algún momento el ciclo va cambiar y por eso capacitan a la dotación, con el riesgo de que esos recursos capacitados se vayan a otras empresas a la primera oportunidad. Y eso implica volver a pensar en tomar gente, en volver a capacitar, y correr los mismos riesgos.

En definitiva, son tiempos difíciles para las pymes. Muchas de estas dificultades vienen de larga data o lisa y llanamente son estructurales, pero se disimulaban con más ventas y mayor rentabilidad.

Está claro que la menor visión estratégica indica que atender esos problemas es fundamental, pero mejorar el mercado interno es urgente, porque hace a la supervivencia de las empresas.

Aunque no es un buen momento para festejar: ¡Feliz día para todas las pymes del país!

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