Un viejo lamento de estas pampas dice que cada cambio de gobierno implica borrón y cuenta nueva respecto a la gestión anterior. El aserto suele venir con valor agregado: Brasil fue gobernado por democracias y dictaduras, gobiernos de derecha y de izquierda, y siempre mantuvo una línea industrialista. Una ‘disciplina’ de política económica que le permitió al vecino país ubicarse, al menos hasta el 2018, entre las diez mayores economías del planeta.

En la Argentina en cambio la grieta histórica, en sus múltiples expresiones (campo vs industria, peronismo vs antiperonismo, etc ) impidió la coherencia de políticas económicas a través de las diversas gestiones. Ni siquiera han existido gestos de reconocimiento a medidas o instrumentos puntuales que luego resultaron reivindicados por unos y otros.

Las contadas excepciones, claro, han sido los casos de reelección, que en los últimos 20 años no fueron pocos.

¿Qué pasará en esta oportunidad es una de las tantas preguntas que se abren en esta larga transición que culmina el 10 D?

Si bien la última palabra saldrá del recuento de votos de la noche del 27O o del ballotage del 24N, está claro que el resultado de las PASO permite imaginar a Alberto Fernández, como el próximo presidente de la Nación. El por ahora candidato por la primera oposición, prometió cerrar la famosa grieta, desafío no menor porque se descuenta que ya desde su primer discurso anunciará un cambio de prioridades económicas y sociales, donde las emergencias están a la orden del día.

Allí, en esa piedra basal del nuevo modelo, estarán puestas las expectativas de pymes y emprendedores, que definitivamente engrosan la lista de perdedores de los últimos años. Aunque inflame la grieta hay que decirlo: ese conglomerado, (el 99% de las empresas del país) padeció en este tiempo la falta de un ecosistema productivo que sí tuvo durante los años K.

¿Dudas? Véanse estas cifras: el stock de empresas a nivel país en el 2002 ascendía a 376.763 firmas; en el 2013 eran 549.380 y en el I Trim del 2018 sumaban 542.572. Si de empresas exportadoras se trata, en el año de la gran crisis las que vendieron en el exterior fueron 12.913 y el año pasado contabilizaron 9526, con un pico en el medio de 15.075 en el 2006. Estos datos son públicos y de fuentes ‘insospechadas’: el Ministerio de la Producción de la Nación, gestión Dante Sica.

Y aunque se descuenta que en el último año estas cifras se deterioraron en forma significativa, los resultados no invalidan algunos interesantes esfuerzos de la actual gestión en favor de esta comunidad empresaria, en algunos casos de carácter estructural. La creación de las SAP, figura que redujo a una mínima expresión la burocracia para crear empresas; la eliminación de las retenciones en las exportaciones industriales, la Ley Pyme, que trajo alivio impositivo y la implementación de programas como Argentina Exporta y Exporta Simple o la Factura de Crédito Electrónica, son algunos de ellos.

La buena noticia es que todos ellos han sido instrumentos de utilidad para pymes y emprendedores. Por ejemplo, en el último año y medio casi un millar de pymes realizaron más de 5800 operaciones de ventas al exterior a 103 países, con Exporta Simple. La mala noticia es que no todas las pymes saben de la existencia de estos beneficios.

Esto será parte de la herencia que recibirá el nuevo gobierno dentro de un baúl en el que también habrá un tipo de cambio muy competitivo, superávit comercial y un déficit fiscal primario acotado. Por supuesto que en el baúl también vendrán las hipotecas: un enorme ratio deuda – PBI; inflación, tasas y presión impositiva por las nubes y una industria que ha retrocedido varios casilleros.

En una palabra no todo es blanco o negro. De allí que si el candidato se convierte en presidente podría dar buenas señales en el objetivo de sellar la grieta, hilando fino en la comunicación, o si se quiere, gestionando la información con altura.

De este modo empezará su gobierno diferenciándose de su predecesor que hizo mucha alharaca de la herencia mala, pero jamás mencionó que sus manotazos de ahogado del último año se agarraron de instrumentos heredados (Ahora12, Procrear, Línea de Crédito de Inversión Productiva). Para no decir que también se le pasó mencionar avances estratégicos como la Ley de Software, el panel Pyme de la Bolsa de Comercio o la digitalización de muchas operaciones de ADUANA y AFIP

Al rescatar por ejemplo las herramientas para las pymes implementadas durante la actual gestión, el nuevo mandatario les estará diciendo a estas empresas que tras recuperar la estabilidad y las ventas en el mercado interno, tendrán que mejorar sus competencias para ganar en competitividad sustentable. Y esas herramientas serán muy buenas aliadas.

Si así fuera, el presidente estará dando los primeros pasos de la post grieta y de la coherencia en políticas económicas que tanto se le envidia a Brasil.