Por: Nino Fernández
Las PASO 2019 ya son historia y el ‘diario del lunes’ es implacable. La magnitud de las diferencias hablan por sí solas: la crisis económica es bastante más dura de lo que surge de las estadísticas y del análisis de los especialistas. Como sabemos, las primeras pueden ser manipuladas y los segundos difícilmente se despeguen de la ideología, o sea, también son manipulados.
Por supuesto que también quedaron desairados los mercados, que como siempre decimos en Agenda Pyme, no son robots ni súper computadoras, sino gente de carne y hueso, con debilidades y vicios bastante más ‘sofisticados’ que el común de los mortales.
Está fuera de discusión que la falta de gestión traducida en malos resultados en la Economía volvió a pesar más que los valores éticos y morales reivindicados a través de miles de sospechas y denuncias. No menos discutible es que cuestiones como la corrupción son vicios ( o debilidades) de la especie humana, sin distinguir banderías políticas, razas, religiones o camisetas de futbol. Va de suyo que en cualquier caso la condición de repudiable está fuera de discusión.
Ahora bien, por qué la sociedad en su conjunto le dio la espalda a esta crisis de valores a la que, sin lugar a dudas, se le dedicó mucho más espacio en los diarios que a la crisis económica.
La primera explicación viene del sentido común: la gente le presta atención y hasta puede condenar los hechos de corrupción, siempre y cuando, tenga la panza llena. Cuando está desempleado, o corre riesgos de perder el conchabo, o cuando no tiene que darle de comer a sus hijos, o asegurarles el estudio, difícilmente le atraigan aquellas cuestiones.
En definitiva todos los caminos conducen a la Economía. Y si bien el presidente Macri demostró cierto grado de pragmatismo en su política económica, traducido por ejemplo, en la implementación de instrumentos de estímulos del K, no logró en este último año y medio reactivar el mercado interno, donde reside el target por excelencia de las pymes.
En esto jugaron muchos factores: desde los impiadosos aumentos de tarifas, y la presión impositiva, hasta los sueldos generalmente por debajo de la inflación. Esta es una diferencia importante con la política salarial de CFK, cuando el
INDEC dibujaba el costo de vida, pero los aumentos de sueldo iban por encima de la inflación REAL.
Otra diferencia importante entre los modelos en pugna, que insisto, han tenido cosas en común, ha sido la política crediticia. Durante los gobiernos K se obligó a los Bancos a prestar a los sectores de la producción una parte de los depósitos a tasas negativas. Desde ya que las entidades decían ‘si querida’ y obedecían con cara de pocos amigos.
Por su parte la administración M recurrió a un híbrido crediticio, en el que se bonificaba la tasa, pero con gusto a poco, al igual que los montos, que siempre resultaron insuficientes.
No menos importante ha sido la diferencia de la política tarifaria entre los dos modelos. Los subsidios ‘a morir’ del K (no hace falta ser economista para descubrir que ese esquema tenia corta vida) y enfrente la apuesta en las antípodas de MM, con la dolarización de las tarifas y la reducción –también ‘a morir’- de subsidios a efectos de reducir el déficit fiscal.
Y por extraño que parezca, porque durante la gestión Macri subió la presión impositiva global, es por este lado donde aparecen algunas ventajas del macrismo, sobretodo para aquellas empresas que adhirieron a la Ley Pyme.
En primer lugar debe señalarse la quita de retenciones a las exportaciones industriales, que el gobierno de MM eliminó y los gobiernos K nunca pudieron hacerlo aunque estaba en su manual de intenciones. Fue un reclamo de las entidades gremiales empresarias que si no fue más airado durante la década pasada, fue simplemente porque las pymes trabajaban y vendían bien.
Por otra parte la primera versión de la Ley Pyme eliminó impuestos como Ganancia Presunta, redujo la alícuota de Ganancias y permitió computar el 60% del Impuesto al Cheque como Crédito Fiscal, entre otras medidas de impacto no menor.
Por supuesto que más allá de algunas rebajas en distritos puntuales, IIBB sigue siendo una piedra en el zapato para infinidad de pymes, al igual que muchas cargas municipales.
En el balance de ambos modelos, aun a riesgo de alguna simplificación puede decirse que con el K las pymes ( y la población?) estaban mucho mejor porque había consumo, empleo, pero un tipo de cambio que se apreciaba y exportaciones en el tobogán. El corolario: una crisis externa que amenazaba con el colapso social y económica en el corto plazo.
El gobierno de Macri en tanto no supo acotar los efectos de la super devaluación, que impactó fuerte en la inflación y ni siquiera ayudó a mejorar la inserción externa. La economía se derrumbó. Las inversiones faltaron a la cita, y descubrieron tarde que el consumo era fundamental para recuperar la actividad de las pymes y frenar el desempleo. Conclusión: la crisis interna se encaminaba a la explosión social.
.Como hace cuatro años, las PASO y las presidenciales de este año aparecen como la alternativa capaz de devolver la esperanza a mayorías frustradas.