Pérdida de poder adquisitivo, inflación, suba de tarifas y alquileres son los cuatro monstruos mas temidos por los comerciantes. El rubro belleza, sin embargo, logra sortear mejor el impacto de la crisis con promociones dirigidas a sectores menos golpeados como «singles» o parejas sin hijos. A ellos llegan vía redes sociales con días de descuentos y sorteos. En primera persona, Diego Suárez de la peluquería que lleva su nombre cuenta cómo tuvo que reinventarse para no bajar la persiana.
Sábado a la tarde. La peluquería de Rivadavia al 5600 estalla. Hombres y mujeres buscan un buen look para la noche. Sin embargo, «tendré que abrir los próximos feriados para compensar la caída del último trimestre», adelanta Diego Suá rez mientras hace un alisado en un larga cabellera rubia.
Admite que el gasto promedio por persona no bajó, pero asegura que subieron los insumos mas de un 25% sólo entre enero y marzo.
Lejos de achicarse, la firma Diego Suárez Peluqueros acaba de incorporar mas servicios. «Ahora tenemos.un espacio para barbería. Esta expansión significó rearmar tanto el local como la agenda e incorporar a un experto en la materia pero fue la forma que encontramos para captar una demanda presente en el mercado», cuenta su dueño.
«Además, contrario a lo que se cree, los hombres que se decidieron por llevar barba o ciertos cortes de moda van mas a la peluquería con mas frecuencia que las mujeres porque se requiere un mantenimiento semanal y productos específicos como geles y ceras», agregó.
«Nos reinventamos todo el tiempo. También le dimos un espacio a la estética femenina. Entendimos que la.mujer que trabaja todo el día prefiere invertir una tarde y vivir una experiencia similar al spa: retocar el color, hacerse manos y pies y algún extra como permanente de pestañas y nutrición facial. Por eso sumamos el «Beauty Point» hace un tiempo con mi mujer que es cosmiatra», continuó.
Ademas, Diego y esposa, decidieron este año compartir mas horas juntos no por romanticismo sino porque para sostener la empresa familiar que ya tiene 25 años, deben trabajar horario corrido de martes a domingos.
«Los argentinos nos hemos acostumbrado a remar las crisis apelando a la creatividad y redoblando esfuerzos, no queda otra», concluye con un poco de de resignación pero esperanza.