En el mundo laboral actual -fuertemente impactado por la revolución digital- es preciso tener objetivos claros y confianza en nuestros talentos.
Por: Lorena Lichardi (Coach Ontológica y Mentora especializada en Identidad Profesional, fundadora de la escuela activa de transformación, y creadora del primer programa especializado en Coaching de Autoimagen e Identidad Emprendedora)
Los tiempos han cambiado y tanto emprendedores como empleados buscan sentirse realizados con sus trabajos. Por eso es necesario reflexionar si nuestros valores personales están alienados con el trabajo que hacemos o con los valores de la empresa.
Para ello, es preciso un trabajo previo de autoconocimiento de nuestros pilares y objetivos personales, para que sean los mismos que sostienen y hacen crecer nuestro negocio.
Para hacer este camino, debemos recorrer cuatro etapas del proceso de definición de nuestra identidad profesional y transformar así, nuestro proyecto en negocio:
Reflexión:
Tómate un momento para analizar si tu marca, tu negocio, y vos misma llevan el mismo rumbo y las sostienen los mismos valores.
Se trata de reflexionar de forma consciente sobre qué es lo que te motiva en este momento vital y te conecta con lo que podría ser tu misión en la vida.
Imaginá que te dieran la posibilidad de elegir un solo problema existente en tu nicho de mercado, ¿cuál sería el que más disfrutarías solucionando? Escríbilo de forma clara y concisa.
Emoción:
Nuestras vivencias, pasiones y aprendizajes son parte de vos y tu identidad profesional las refleja. Se trata de sentir tu negocio como una parte de vos misma para encontrar, así, tu propia motivación.
En esta fase, se trata de que seas consciente de qué sentís cuando te visualizas conectando tu vida laboral con tus fortalezas personales. Para ello, es preciso hacer un curriculum emocional.
En vez de enfocarte en lo que hiciste en cada trabajo, enfocate en las experiencias profesionales y vitales que tuviste. Eso te permitirá conectar con tus fortalezas, las llamadas habilidades blandas, y te ayudará a reconocer tu identidad como profesional. Es decir, las bases donde se construyen la marca personal y la de tu negocio.
Decisión:
Elegí desde qué emoción deseas vivir esa transformación profesional, si desde la exigencia de cantidad o desde la excelencia de calidad, desde la ansiedad del aquí y ahora o el disfrute del del proceso de aprendizaje.
Ahora podés elegir cómo posicionarte en tu sector y qué pasos debes dar para conseguirlo. Así, conseguirás dar un salto profesional y conectar con los valores más profundos que dan sentido a tu negocio.
Define tu identidad profesional con cuatro preguntas poderosas:
¿Qué hago?
¿Para quién?
¿Para qué?
¿A través de qué?
Una identidad profesional clara y definida es vital para que tu trabajo cuente con una carta de presentación al mundo. Los clientes, antes de serlo, buscarán lo que llamamos identidad digital: información sobre tu persona en redes sociales, en una web, testimonios que les brinden confianza. Para eso, tener presencia y cuidar tu reputación online es fundamental.
La mejor manera de diferenciarte de la competencia es ser consciente de que, como profesional, sos única por tus propias vivencias personales.
Saber quién sos, dónde querés ir y tener un plan de acción como hoja de ruta para ir avanzando hacia tu meta es el viaje más apasionante que podés regalarte.