Por Ernesto Fernández Machado, CEO de Grupo CETA
En muchas columnas de opinión suelo leer cómo las organizaciones, mediante acciones y beneficios, pueden generar en sus miembros el interés y el sentimiento de querer formar parte de ellas. Pero en ninguna se explica por qué las organizaciones y sus líderes deben readaptarse a los tiempos que corren y repensar cómo hacer para que los integrantes “se pongan la camiseta”.
Contar con centennials y millennials en los equipos genera una cuota extra de nuevas ideas que se alinean con el contexto social a nivel mundial.
Es que los más jóvenes están formateados en un idioma innovador que es el que nos piden nuestros clientes en Grupo CETA: ellos ya tienen inculcada la igualdad y la inclusión, y esto es una ventaja altamente competitiva porque la diversidad enriquece aportando múltiples perspectivas.
A la hora de motivar, premios o beneficios extras pueden servir como valor agregado pero para los centennials, que componen la llamada “Generación Z”, todo pasa más rápido y estas herramientas pueden no ser suficientes.
Es aquí donde los líderes pueden encontrar dificultades a la hora de motivar a sus equipos y se vuelve imprescindible que las organizaciones afinen el ojo y aprendan cómo dialogar para motivar y retener los talentos. Deben articular un diálogo inteligente e interesante para hacer que quieran seguir formando parte de la organización.
Algunas de las herramientas para hacerlo que sugerimos son los planes de corto plazo y cumplibles; y la validación permanente del plan de carrera.
Ofrecer crecimiento profesional dentro de la organización cuando se tiene poca o nula experiencia laboral, desempeñarse en un clima de trabajo inclusivo en el que todos puedan aportar su visión de vida, ser reconocidos personal y económicamente son algunas de las acciones motivacionales que nos comparten nuestros miembros centennials. Escucharlos es la clave para que líderes y equipos se enriquezcan mutuamente.