Por: Gabriela Ensinck
Según datos de la FAO, cada año se pierde un tercio de la producción de alimentos, mientras casi la mitad de la población mundial (3.000 millones de personas), no acceden a una dieta saludable y unas 690 mil personas (la mayoría niños) padecen hambre y no cubren los requerimientos calóricos mínimos para subsistir.
En Argentina, se tiran anualmente 16 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale a más del 12% de la producción agroalimentaria. Al mismo tiempo, el 40% de la población en el país es pobre y no accede a alimentos de calidad y saludables mientras se disparan los precios de la canasta básica.
Las pérdidas y desperdicios se producen a lo largo de toda la cadena: desde la cosecha hasta el traslado, almacenamiento, comercialización y en los hogares. Diversas iniciativas se están llevando adelante y fueron repasadas el 29 de septiembre, Día de la Concientización por el Desperdicio y Pérdida de Alimentos.
Una de ellas es el plan Ciencia contra el Hambre, llevada adelante desde el ministerio de Ciencia, que apoya emprendimientos científico tecnológicos que aportan soluciones para evitar las pérdidas y desperdicios de alimentos.
Asímismo desde la Copal (Coordinadora de Productores de Alimentos) se lleva adelante junto a organismos de Ciencia y Tecnología y programa de capacitación para evitar la pérdida (en etapas de cosecha y producción) y desperdicio (en la posproducción y comercialización), de alimentos.
Las soluciones están en marcha:
La App Nilus, utiliza Ciencia de Datos para la trazabilidad y para conectar a productores de alimentos con organizaciones sociales y comedores populares, hasta el aprovechamiento de desechos alimenticios como insumos de la industria.
Otro caso es el proyecto de un grupo de estudiantes de la Escuela Superior Integral de Lechería de Villa María (Esil), para fabricar un postre saludable en base a suero lácteo, un insumo que normalmente se desecha. Este desarrollo fue premiado en un concurso que organiza la firma Arcor junto al ministerio de Ciencia.
Asímismo, una modificación en la Ley Donal introducida en 2018 permitió cada vez más comercios y cadenas de supermercados trabajan junto a la Red de Bancos de Alimentos para donar aquellos que ya no pueden ser vendidos. La ley se había sancionado en 2004, pero nunca había entrado en pleno vigor. Puntualmente, se restituyó un artículo que deslinda de responsabilidades a las empresas cuando los alimentos estén en condiciones de ser consumidos «al momento de la donación».