Frente a un inminente cientificidio en la Argentina, por la decisión del gobierno de Javier Milei de desfinanciar la investigación y el desarrollo científico tecnológico, en Agenda Pyme radio conversamos con el ex ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao.
«Esta situación es más grave que otras, por el ajuste presupuestario, y más grave que eso, se destruyó una estructura que se había constituído en 2007 cuando se creó un Ministerio que formulaba las políticas, fijaba las prioridades y llevaba adelante las negociaciones de créditos internacionales para concretarlas. En ese ministerio estaba la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica que financiaba a los científicos, pymes y emprendedores».
El Fontar (Fondo Tecnológico Argentino) financiaba a las Pymes no solo con créditos, sino con aportes no reembolsables. Además de entidades ejecutoras como el INTA, el INTI y el Conicet, igualmente desfinanciadas.
La agencia de Innovación creada por la nueva administración, no persigue la innovación productiva, sino la «modernización del Estado», al estilo de la creada por el (ex funcionario macrista Andrés) Ibarra, lo cual desvirtúa el concepto de Innovación (…) y degrada la función de la Ciencia en el desarrollo del país.
Barañao también destacó que «el Conicet es la institución argentina que promueve el avance de la Ciencia. Lo hace a través de la carrera de investigador, y permite que miles de personas puedan dedicarse a hacer investigación. La mayoría son también profesores en las universidades nacionales y eso garantiza que la educación sea de excelencia y con una actualización permanente. Los desarrollos que se publican y se patentan impactan en el sistema productivo, como el trigo transgénico y otras biotecnologías.
Lo que se ha cuestionado es el área de Ciencias Sociales, que son muy importantes, ya que los mayores problemas del país no tienen que ver exclusivamente con la tecnología sino con cuestiones culturales y sociales, y hay que entender cómo funciona el entramado social. Muchos economistas no lo entienden (…)
Respecto a la afirmación del vocero presidencial Adorni de que «solo se financiará la Ciencia útil para la sociedad», Barañao destaca «La ciencia siempre tiene utilidad social, solo que a veces no en el corto plazo».
Tenemos un presidente del Conicet, Daniel Salamone, con quien trabajé y conozco su voluntad de mantener a flote la institución. Y en Argentina no se financia cualquier cosa. Hay comités evaluadores de al menos tres personas, y se revisan dos veces: cuando se da el subsidio, y si no publica nada relevante durante cuatro años queda afuera».
El ex ministro de Ciencia (2007-2017), devenido en Secretario de Ciencia durante el gobierno de Macri (2018-2019), admitió que «entonces el ajuste no fue tan pronunciado. Y lo que más se ajustó en el gobierno de Macri fue el aporte a las Pymes, contrarariamente a lo que muchos piensan. El problema no era financiar a la ciencia básica, sino a financiar a las empresas. Fue una batalla que perdí. Nunca entendieron que lo que no se aporta a las empresas para que innoven, se tiene que aportar después en asistencia social».
«Degradaron el ministerio a Secretaría, y me bajaron el sueldo, pero la esctructura se mantuvo, por eso acepté«, confesó Barañao. «Ahora no hay presupuesto ni estructura. El secretario del área es un empresario que viene de las finanzas y decidió cortar los créditos del BID y el Banco Mundial fundamentales para la investigación. Eran los dólares más baratos que podíamos tener. Más caro es no tener ciencia«.
Lo más lamentable es que se dejó de regar el árbol cuando empezaba a dar sus frutos. Argentina es el país que lidera la región en cantidad de empresas de base científica, competitivas a nivel internacional. En la gran mayoría de ellas hay científicos del Conicet y profesionales del sistema científico tecnológico nacional. Eso fue producto de una gestión de años promoviendo la integración de la ciencia con el sector productivo».
La ciencia no es un gasto, sino una inversión. Si la sociedad no ve el rédito, la ve como un gasto. No hay otro rubro donde seamos más productivos los argentinos, por dólar invertido. En 2015, la Sociedad Americana para el Progreso de la Ciencia (editora de la revista Science), alarmada porque peligraba la Ciencia por el Triunfo de Trump, empezó a ver que la sociedad estadounidense veía a los científicos como un grupo que defendía su interés particular. Los movimientos antivacunas los acusaban de defender a las vacunas en connivencia con los laboratorios. Esto es muy grave, y hoy se intenta a través de los trolls, poner a los científicos en esta situación, acusándolos de «formar parte de la casta», denunció
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