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De la agricultura regenerativa a la mayor planta deshidratadora de verduras de Argentina

José Gamez llegó desde España a la Argentina a los 4 años y hace más de 45 que produce hortalizas en su finca de 37 hectáreas en la provincia de Mendoza. En 8 lotes, cultiva junto a su familia zapallo, espinaca, tomate, cebolla, ajo y maíz.

El cuidado del suelo, el agua y la naturaleza han sido siempre una premisa para este productor.  Con el asesoramiento del INTA, viene incorporando prácticas de «agricultura regenerativa», basadas en la rotación y combinación de cultivos, el reaprovechamiento de residuos de cosecha para hacer compost, y el control biológico de plagas para evitar el uso de agroquímicos.

Una porción de su finca mantiene la vegetación nativa, y en un estanque comenzó a criar carpas, una especie que al comer los huevos de mosquito, evita su proliferación y la aparición de enfermedades como el dengue. «El cambio climático nos está afectando. El calor y las tormentas son más extremas, y el riesgo de perder las cosechas aumenta cada vez más. Tenemos que cambiar la forma de producir y consumir en forma urgente», comenta.

Desde hace 30 años José es proveedor de la planta de verduras deshidratadas de Unilever para su marca de caldos y sopas Knorr. Ubicada en el departamento de Guaymallén, se trata del a única planta deshidratadora de Unilever en el mundo y la más grande de Argentina.

Allí se procesan anualmente 15.000 toneladas de vegetales crudos, que se traducen en 3.200 toneladas de vegetales deshidratados entre escamas, granulado y polvo. Está conectada con 10 fincas de las provincias de Mendoza, San Juan y Córdoba, generando empleo entre el campo y la fábrica, para más de 400 familias

El proceso de deshidratación, consiste en introducir los vegetales en hornos de secado, donde reciben aire caliente y se logra disminuir el porcentaje de humedad hasta un 6 y un 8%. «La deshidratación es un proceso natural que preserva tanto los nutrientes como el sabor de los vegetales; extiende  su vida útil sin necesidad de refrigeración, permite la rehidratación en poco tiempo, reduce el espacio de almacenamiento, facilita el transporte y reduce mermas y desperdicios». comenta María Bulla, gerenta de Responsabilidad Corporativa e Impacto Social de Unilever Argentina.

Desde hace unos 30 años, Unilever mantiene un convenio de cooperación con el INTA que se extiende a sus proveedores. «Capacitamos a los agricultores que cultivan las hortalizas que son procesadas en la planta para producir sopas, caldos, deshidratados y condimentos. Implementamos diferentes prácticas desde el campo hasta la góndola: el riego por goteo, que nos permite ahorrar +30% de agua en la producción, la aplicación de mulching para proteger el suelo de la erosión y la eficientización de rutas de distribución que permite ahorrar 15 toneladas de CO2 por mes solo en este aspecto”, agrega Bulla.

Las variedades que se usan en la planta de deshidratado «no son las mismas que se ven en las verdulerías, sino que han sido desarrolladas con este fin: Zapallo Aconcagua, Zanahoria Nara, Cebolla Alfredo son producto de la investigación local en genética», comenta Claudio Galmarini, especialista en mejoramiento genético de hortalizas del INTA.

«Además, estamos colaborando en la transición hacia la agricultura regenerativa, una manera de producir cuidando la fertilidad del suelo, la biodiversidad, el agua y respetando las maneras que tiene la naturaleza de regenerarse a sí misma», afirma Galmarini

 

Por: Gabriela Ensinck

 

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