La firma Welleda, de origen Alemán y con presencia en Argentina, anunció que destinará 400.000 euros a proyectos centrados en el cuidado del suelo en todo el mundo. «El 80% de los ingredientes vegetales de nuestros cosméticos son de cultivo ecológico y biodiámico», afirmaron en la compañía.
El suelo y el clima se influyen mutuamente. El cambio climático acelera los procesos de degradación del suelo, lo que se traduce en una mayor liberación de CO2 que a su vez aumenta el calentamiento global. Actualmente, los pesticidas, fertilizantes químicos y la maquinaria agrícola pesada dañan el suelo, provocando la liberación de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Aunque la biodiversidad del suelo es aún poco conocida, un gramo de suelo puede contener 100 millones de bacterias con entre 4.000 y 7.000 especies diferentes. Junto con los hongos y las algas, descomponen compuestos complejos, como las proteínas, la celulosa y la lignina, para fabricar nuevos nutrientes, que sirven de alimento a las plantas: su propio pequeño universo de complejas relaciones alimentarias.
Sin embargo, la tierra de cultivo hace tiempo que dejó de ser la base rica en nutrientes para el crecimiento saludable de las plantas. Esto se debe a que los sistemas agrícolas industriales no utilizan métodos sostenibles, sino agentes sintéticos. Los pesticidas sustituyeron el control natural de las plagas por parte de las bacterias del suelo y las lombrices. El reciclaje natural de nutrientes se cambió por los fertilizantes artificiales. Los monocultivos, el arado y la fertilización pueden aumentar el rendimiento de los cultivos a corto plazo, pero la salud y la fertilidad del suelo se resienten a largo plazo. El suelo se va degradando hasta convertirse en un mero sustrato de retención.