«La industria conservera no escapa a la situación general de las pymes industriales, sumado a que dependemos de los riesgos climáticos. En el caso de la fruta y la horticultura, tenemos heladas  y tormentas, y a esto se suma la escasez de agua que hace que el rendimiento sea menor».

En cuanto a las ventas, «los valores de las materias primas aumentaron, y hubo una retracción de la demanda en los últimos meses, por los precios más caros y porque a la gente no le alcanza, por la caída del poder adquisitivo. La energía, los impuestos y la logística han aumentado y las ventas se achataron. Estamos cerca de una estanflación: inflación con estacamiento», sostuvo Giordano.

«Al principio de la pandemia , hubo un aumento en las ventas que duró hasta agosto o septiembre, luego se amesetó en un volumen alto, y a partir de octubre o noviembre del año pasado empezó a declinar», señaló el directivo de CAFIM.

Respecto de las exportaciones, «aumentaron mucho los costos logísticos, y no somos competitivos, salvo en nichos». «Tuvimos costos altos por ausentismo e hisopados para el personal. A esto hoy se suma la falta de combustible para los traslados. Y estamos con el dólar oficial estancado versus la inflación local».

«El gobierno provincial da créditos, pero la situación macroeconómica no se soluciona con eso. Nos gravan ingresos brutos en muchas provincias que se van a los costos y nos ponen en situación de subsistencia», describió el empresario.

«Hoy muchas pymes están evaluando cerrar. Si una empresa paga el 100% de los impuestos no puede subsistir», sostuvo. «Somos 32 empresas, en su mayoría Pymes. Necesitamos un proyecto a un mínimo de 24 meses para decidir si comprar una máquina e invertir. No es que compramos y vendemos. Tenemos que esperar un año hasta la cosecha, y no sabemos si va a subir el consumo o no, y si vamos a poder exportar», comentó.

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