La producción y venta de ropa es uno de los sectores más goleados por la pandemia, más allá de que viene en crisis desde hace varios años. Para analizar la realidad de este sector, desde Agenda Pyme consultamos a Alicia Hernández, gerenta de la Cámara Industrial Argentina de la indumentaria (CIAI)
«El sector textil no escapa a la crisis general. Estuvimos casi 120 días con los talleres textiles cerrados. También la confección de prendas que comenzó a abrir en agosto. Los comercios barriales fueron abriendo de a poco, los shoppings en ciudad de Buenos Aires poco antes del Dia de la Madre y en provincia recién el 2 de noviembre», repasó Hernández. «Con esto se resintió toda la cadena de valor: desde la cosecha de algodón hasta la remera».
«Hoy está complicada la producción, no se puede usar transporte público para los trabajadores del sector, por lo que no están todas las líneas de producción trabajando. Los talleres funcionan a la mitad, con gente con dispensa por cuidado de sus hijos, edad o enfermedades pre-existentes. A partir de este mes el ATP se convirtió en un crédito. Entendemos las necesidades del gobierno, pero sin esta ayuda las empresas están en riesgo de pasar a la informalidad, o al menos sus trabajadores». O directamente cierran y los empleados, como tienen que seguir trabajando, lo hacen en la informalidad.
«En las empresas formales la producción está más integrada. En el mercado informal, hay un intermediario que traslada las prendas desde un pequeño taller a otro», explicó Hernández.
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En cuanto al stock, la referente textil comentó. «El invierno fue una temporada perdida. Lo que se vendió por e-commerce representa solo un 10%. Las empresas se quedaron con mucho stock, lo que implica inmovilizar capital por un año. Se necesita capital de trabajo para mantener ese stock», detalló.
«Los bancos están acostumbrados a prestar a los consumidores, no a las unidades productivas. Las empresas más pequeñas no cumplen con todo lo que piden los bancos».
Al referirse a las importaciones, destacó que casi no se está importando, y al no haber viajes al exterior, tampoco entra ropa del exterior por esta vía. Sin embargo, la gente que no viaja, tampoco está gastando por la incertidumbre de cómo evolucionará la pandemia y la economía.
Las exportaciones, en tanto, no son el fuerte de este sector. «Hay un potencial grande en diseño e innovación. No podemos competir en el mercado masivo de ropa, que está en mano de países asiáticos. Es bueno no pagar retenciones, que ya eran bajas pero tienen un costo financiero», señaló. El tipo de cambio no ayuda porque los precios internos se fueron actualizando, salvo los salarios, admitió.
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