El 9 de Julio, aniversario de la Independencia, se inauguró el primer tramo del gasoducto Presidente Néstor Kirchner, que llevará el gas de Vaca Muerta a los centros de producción y consumo en la provincia de Buenos Aires. Esta megaobra abarca más de 500 km y en su primera etapa se extiende por cuatro provincias desde Tratayén (Neuquén) a Salliqueló (Buenos Aires), pasando por Río Negro y La Pampa.
La obra se llevó adelante en un tiempo récord de siete meses. En su construcción, que estuvo a cargo de dos contratistas principales, participaron decenas de Pymes y se generaron 48.000 empleos: 9.760 puestos de trabajo directos en la obra:
- 320 soldadores especializados
- 640 ayudantes soldadores
- 700 operarios especializados
- 900 operarios del sector de la construcción
- 7.200 trabajadores de diversos sectores
y 39.040 puestos de trabajo indirectos.
El financimiento de la obra se hizo con presupuesto nacional y aportes del Impuesto a la Riqueza, entre otras fuentes
Impacto económico
Se estima que, en lo que queda del año, gracias al Gasoducto se ahorrarán 2.100 millones de dólares, cubriendo así casi la totalidad de la inversión realizada por el Estado para la ejecución de la obra.
Durante el primer año de funcionamiento, permitirá ahorrar US$ 4200 millones por sustitución de importaciones de gas, y permitirá asimismo exportar este combustible cuando la obra esté completamente terminada.
La Argentina se ubica en el cuarto lugar en el ranking de países con mayor volumen
de reservas de petróleo no convencional. De los 27 billones de barriles que se estiman
a nivel nacional, 16 se encuentran en Vaca Muerta, es decir, casi un 60% del total. Más
aún, con respecto al gas no convencional, Argentina posee la segunda reserva más
grande del mundo. Del total nacional, el 40% se encuentra en Vaca Muerta, según un informe del Centro de Economía Política de Argentina (CEPA).
Para dimensionar lo que representa Vaca Muerta, los 16 billones de barriles de
petróleo suponen el consumo interno de Argentina de 94 años. En cuanto al gas, esta
relación se duplica: los 308 trillones de pies cúbicos representan 193 años de
consumo interno de nuestro país.
Este volumen de recursos no sólo permitiría revertir el declive de la producción
convencional sino también revertir la balanza comercial energética: pasar de un
escenario de importación de energía al autoabastecimiento y capacidad exportadora.