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Rediseñar el tiempo: del burnout al bienestar laboral

 

Por Analía Tarasiewicz – Psicóloga del trabajo de la nueva era | CEO en @trabaja.mejor

 

Durante mucho tiempo creímos que el trabajo que merecíamos era ese que nos dejaba sin almuerzo, sin pausa y sin respiro. Que el compromiso se medía en sacrificios, y la productividad en agotamiento. Pero algo cambió. Y no, no fue solo la pandemia, el home office o la inteligencia artificial. Lo que está cambiando, de forma silenciosa pero irreversible, es la manera en que valoramos nuestro tiempo, nuestra energía y nuestra salud mental.

La cultura del «trabajar hasta el límite» ya no inspira a nadie

Durante años confundimos productividad con sobreexigencia. Se aplaudía al que respondía mails a las 23:00, al que no se tomaba vacaciones, al que vivía “apagando fuegos”. Hoy, incluso las nuevas generaciones —y cada vez más profesionales de todas las edades— están empezando a cuestionar esa lógica.

No es que no quieran trabajar. Lo que no quieren es quemarse por sistema. Y tienen razón: no se innova desde el agotamiento, ni se construye cultura desde el piloto automático.

Humanos en la era de la IA

Según el informe Future of Jobs 2025 del World Economic Forum, la mitad de los trabajadores deberá reentrenarse en los próximos cinco años. ¿La razón? La automatización y la inteligencia artificial están reformulando millones de roles. Pero el dato más revelador no está en lo técnico: lo que más van a necesitar las organizaciones es pensamiento crítico, empatía, aprendizaje activo, manejo emocional y liderazgo humano.

Sí, en plena era tecnológica, lo más escaso —y más valioso— sigue siendo lo humano. Y eso no se aprende en un tutorial de YouTube.

Liderar también necesita una actualización

El modelo de liderazgo basado en el control, la exigencia y la omnisciencia está quedando obsoleto. Hoy se necesitan líderes que conecten con su equipo, que escuchen, que puedan decir “no sé” sin perder su rol, y que sepan sostener conversaciones difíciles sin evadirlas ni explotarlas.

Un buen líder ya no es quien tiene todas las respuestas, sino quien sabe hacer las preguntas correctas en el momento oportuno. Liderar no es coordinar tareas ni acumular medallas. Es crear las condiciones para que otros se desarrollen sin romperse en el intento.

Microretiros: trabajar sin dejar de vivir

Algunas empresas están probando semanas laborales de cuatro días. Otras, licencias extendidas o pausas planificadas. Y entre las nuevas generaciones empieza a cobrar fuerza un concepto que nació en 2007 con The 4-Hour Workweek de Timothy Ferriss: los mini-retiros. La propuesta es simple, pero revolucionaria: distribuir descansos profundos a lo largo de la vida laboral, en lugar de esperar 40 años para tener “tiempo libre”. Son microjubilaciones que pueden durar semanas o meses, con fines personales, creativos, formativos o simplemente vitales.

No se trata de vacaciones de lujo. Se trata de validar el derecho a frenar. De reconocer que el tiempo humano no es solo un recurso a exprimir, sino un espacio a cuidar.

RR.HH.: de área operativa a motor estratégico

La transformación no depende solo de discursos inspiradores. El área de Recursos Humanos necesita dejar de ser un apéndice administrativo y que deje de ver a las personas como meros recursos para convertirse en un núcleo estratégico. ¿El nuevo desafío? Integrar datos, tecnología, cultura, humanidad y bienestar psicoemocional en un mismo mapa.

Ya no alcanza con medir desempeño o dar altas y bajas. Se trata de diseñar experiencias laborales sostenibles acordes a estas generaciones en transición y aprender a integrarlas con las nuevas, construir pertenencia, facilitar aprendizajes y habilitar espacios donde se pueda hablar de emociones sin miedo a ser descartados.

¿Y desde nuestro lugar, qué podemos hacer?

Como trabajadores:

  • Hacer un check-in emocional diario. Dormir, pausar, cortar. No es pereza, es prevención.
  • Pedir feedback. Y darlo. Aunque incomode.
  • Aprender algo nuevo, sin necesidad de que sea “útil ya mismo”.
  • Cuestionar hábitos laborales heredados.
  • Conocer qué es la IA, antes de esperar que nos entienda.
  • Ir a terapia, hablar de lo que duele, sin culpa. El estrés no desaparece por ignorarlo.

Como organizaciones:

  • Invertir en líderes, no solo en formaciones sino en su desarrollo psicoemocional.  ¿Sino desde donde se conectarán con las personas?
  • Incorporar la tecnología de manera estratégica y no ir tras modas sin comprender los impactos.
  • Preguntar “¿cómo estás?” y escuchar la respuesta.
  • Medir impacto y compromiso, no horas.
  • Crear trayectorias, no solo tareas.
  • Habilitar pausas sin miedo a perder productividad: lo que se gana es salud, creatividad y sostenibilidad.

El futuro del trabajo se está rediseñando. Y sí: nos necesita lúcidos

No se trata de elegir entre robots o humanos. Se trata de construir entornos donde la tecnología nos potencie, no nos desgaste. Donde trabajar no sea sinónimo de sobrevivir. Y donde, por fin, podamos dejar de preguntar: ¿vivís para trabajar? Porque la respuesta ya habrá cambiado.

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