Según un estudio de la Fundación Sadosky y Fundar, las mujeres ocupan menos de un tercio de los puestos en Tecnología y ganan 20% menos que sus colegas varones.
El sector de software en Argentina es uno de los más dinámicos de la economía. Sus ventas se multiplicaron en los últimos años y emplea a más de 140.000 personas, con salarios y condiciones laborales superiores al promedio. Sin embargo, la presencia de hombres y mujeres no es equitativa: la participación femenina en los puestos laborales es solo el 30% y se concentra en empleos mayoritariamente funcionales o administrativos, lo cual hace que ganen 20% menos que los varones, quienes ocupan los roles técnicos mejor remunerados.
Por otra parte, el abandono de las trayectorias educativas por parte de las y los estudiantes de informática continúa siendo alta y esto repercute en una escasez de técnicos y profesionales en este sector.
Para abordar esta temática, sus razones y posibles vías de acción, Fundar y la Fundación Sadosky presentaron los resultados de sus recientes investigaciones “Conexiones vitales entre educación y trabajo en informática” y “Trayectorias laborales femeninas en la industria del software” en un evento en el que expusieron Mara Borchardt y Verónica Marino, de la Fundación Sadosky, junto a Paula Luvini y Juan Martin Argoitia, de Fundar.
“¿Cómo y dónde ingresan las mujeres a la industria del software?, ¿cómo funciona la segregación una vez que están adentro?, ¿cómo hacemos para sostener su trayectoria?”, se preguntó en la presentación María de las Nieves Puglia, directora del Área de Géneros de Fundar. Y añadió: “El software es esencial para el desarrollo inclusivo y sustentable de nuestro país, pero no puede prescindir del 50% de la población”.
Por su parte, Fernando Schapachnik, director ejecutivo de la Fundación Sadosky, haciendo referencia al estudio realizado, agregó: “Atender y entender cómo se encadenan las inequidades entre la educación universitaria y el sistema productivo resulta fundamental para promover la inserción de todas las personas, fortalecer las potencialidades del sector y aportar a la transformación del perfil productivo de Argentina”.
Conexión entre educación y trabajo
El estudio que llevó adelante la Fundación Sadosky analiza cómo las carreras de informática en el sistema universitario interactúan con la industria del software.
Los hallazgos presentan un panorama complejo que desafía ideas preconcebidas sobre la relación entre educación, abandono académico y el atractivo mercado laboral del sector tecnológico. Uno de los hallazgos más destacados del estudio es que más del 60% de los abandonos en carreras de informática ocurren durante los primeros años de formación, cuando la mayoría de las y los estudiantes aún no han ingresado al mercado laboral del sector.
Esto desafía la hipótesis simplificada de que el atractivo del mercado laboral, con sus altos salarios y buenas condiciones, es la principal causa de deserción. En contraste, en los últimos años de la carrera, más del 40% de los estudiantes trabajan en la industria del software, un dato que subraya la creciente demanda de perfiles con formación académica avanzada.
Por otro lado, la investigación muestra que los egresados tienen una mayor representación en ocupaciones informáticas, indicando que completar los estudios universitarios sigue siendo un factor clave para acceder a mejores oportunidades laborales y contribuir a la profesionalización del sector.
Como señala Mara Borchadt, Directora de Program.AR: “Los desafíos identificados en este estudio invitan a repensar cómo ambos sectores pueden colaborar para crear espacios de trabajo conjunto que permitan una inserción más eficiente de las y los estudiantes al mundo laboral y que aseguren su terminalidad educativa, contribuyendo así a la construcción de un ecosistema tecnológico más robusto y sostenible”.
Motivos de la desigualdad de género
Si se busca en la historia, entre 1960 y 1970 más de 6 de cada 10 estudiantes de la carrera de computación de la Universidad de Buenos Aires eran mujeres. Hoy, en cambio, son apenas dos de cada diez.
Las mujeres también representan una minoría en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y particularmente en Informática. Del total de estudiantes de grado, el porcentaje de varones que cursan estos estudios casi triplica al de sus pares mujeres (32% versus 12%). La disparidad es aún mayor cuando focalizamos en las carreras informáticas (9,5% versus 1,4%).
Mujeres que se encuentran trabajando en esta industria fueron entrevistadas y describieron ejemplos de micromachismos, hostilidades o incomodidades por razón de su género. Muchas de ellas reportaron haber sido subestimadas, cuestionadas o menospreciadas, conductas que padecen en mayor medida las que ocupan roles funcionales o son nuevas en los equipos. El saber técnico en las mujeres genera sorpresa o incredulidad.
“En general, hay más hombres que mujeres con titulación universitaria en informática. Y una cosa es programar y otra poder dirigir un desarrollo de software. Ahí está el valor de la formación universitaria, que no es solo saber programar, sino también tener un pensamiento abstracto. Esas herramientas son necesarias y, al haber menos inscriptas, las mujeres corren en desventaja”, apuntó Paula Luvini, investigadora del área de Datos en Fundar.
Para promover un mayor desarrollo de las mujeres y diversidades en el sector de software, Borchardt asegura que estos saberes deberían incluirse en la escuela, ya que el interés y la curiosidad de las chicas por estos temas empieza a caer a partir de los 10 u 11 años. Para ello es imprescindible construir una nueva agenda de políticas con sintonía más fina a sus necesidades y desafíos. Abordar esta disparidad de género no solo beneficiaría a las mujeres, sino que también apalancaría la competitividad del sector mediante equipos de trabajo diversos.