Es gracias a un programa de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), con financiamiento del Consejo Federal de Inversiones (CFI), que impulsa la certificación según la Guía de Sostenibilidad de la Vitivinicultura Argentina. De este modo se agrega valor y se promueve la internacionalización de más empresas.
La sostenibilidad es uno de los ejes centrales de desarrollo contemplados en el Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI) en su actualización al 2030. Es en este marco que COVIAR, en articulación con gobiernos provinciales y empresas y el financiamiento del Consejo Federal de Inversiones (CFI) promueve que bodegas de todo el país puedan certificar sus prácticas sostenibles bajo el sello “Argentina Sostenible”. Esto permite agregar valor a su producción y satisfacer la demanda creciente de los mercados internacionales.
Con el aporte de los gobiernos provinciales a través del CFI, el programa dispone de financiamiento por $44 millones que benefician a 23 bodegas de 14 provincias .
La preocupación por la sostenibilidad a nivel de los procesos productivos está creciendo en el mundo, dado el uso intensivo de recursos naturales. El cuidado ambiental y social se traduce en oportunidades en cuanto a la contribución a la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Las bodegas que ya están trabajando en certificar la Guía de Sostenibilidad en Mendoza son: RJ Viñedos, Cuarto Dominio, Cechin, El Amansado, Terrazas Andinas Bourras, Clement y La Abeja. En La Pampa se trabaja con Bodega Lejanía. En Río Negro participa Bodega Trina. En Entre Ríos está Bodega Los Aromitos. En Buenos Aires Bodega Gamboa. En Salta participan las bodegas Nanni y Tacuil. En La Rioja está la Cooperativa La Riojana. En Tucumán es parte del proyecto la Bodega Río de Arena. En Chubut la bodega Nant y Fall. En Neuquén está Malma. En San Juan participan las bodegas Sierras Azules, Merced del Estero y Los Dragones. En Córdoba Bodega La Matilde. En Catamarca está Bodega Michango. Y en Jujuy Bodega Amanecer.
“Es muy importante esta certificación primero porque en el tipo de industria en la que estamos, donde nuestros productos y la materia prima vienen de la tierra, es fundamental cuidar los recursos, ser muy precisos a la hora de manejar los procesos y ser cuidados con el medio ambiente. Y es importante también desde el punto de vista de la sistematización de la información, de los procesos, del registro de todo lo que hacemos en los viñedos y en la bodega como parte de una nueva forma de trabajo”, afirma Ana Viola, CEO de bodega Malma en Neuquen, y agrega: “en cada vez más países lo primero que te preguntan antes de arrancar una conversación sobre exportaciones es qué certificaciones ambientales y sociales tiene la bodega”.
El programa está en marcha desde marzo y se trabaja con el objetivo de certificar sostenibilidad durante el ciclo productivo 2024. Los recursos del CFI cubren los honorarios de los consultores que trabajan junto a las bodegas participantes para medir primero sus impactos, diseñar e incorporar las medidas que permitan modificar procesos con el objetivo de alcanzar los estándares internacionales exigidos para finalmente certificar la Guía, obteniendo así el Sello.
Escuchá la columna de Gabi Ensinck