La entidad rural advirtió que por el atraso de precios el año próximo podría faltar el producto en el mercado minorista.
El campo volvió a rechazar que el precio de la carne sea una de las causas de la inflación y advirtió que el valor que recibe el productor «está visiblemente atrasado», según un comunicado de Confederaciones Rurales Argentinas(CRA).
La entidad rural aclaró que, en todo el año, el precio de la carne aumentó sólo un 42% y alertó que, por el atraso de precios, «el panorama para el 2023 es muy complicado para la producción ganadera y podría haber escasez en la oferta».
«En un contexto económico complejo, el precio de la carne no ha aumentado respecto a la inflación anual y ha quedado por debajo y lo que recibe el productor está visiblemente atrasado», añade la declaración.
La CRA sostuvo que el precio de la hacienda en pie «ha vuelto a caer y solo en noviembre se depreció un 3,73 % y cada vez pierde mayor terreno respecto de la inflación que no deja de crecer».
«En diciembre, con todo lo que suele significar habitualmente el último mes del año, el precio minorista de la carne vacuna estuvo estable o se movió levemente con respecto a noviembre y los aumentos no superaron el 1,5%», explicó la entidad que integra la Mesa de Enlace.
La declaración recordó que «se culpaba a la carne del aumento de la inflación, y por eso se prohibió la exportación de los siete cortes y aún así, en este contexto inflacionario y a pesar del estancamiento de su precio, el consumo de carne sigue cayendo».
«El problema era y es la pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda y resaltamos que el productor no es formador de precios», añadió la CRA.
La entidad consideró que es «es necesario dar a conocer y explicar la dinámica de los mercados, porque así como se resalta una vez más que la carne no es la mala de la película, también es imperioso destacar que la actividad ganadera necesita de estímulos económicos para poder producir».
Los productores nucleados en CRA agregaron que «este combo de bajos precios internacionales, sumado al escaso poder de compra por bajos salarios, alta inflación y la sequía, pueden terminar con el precio del gordo y provocar el lógico reordenamiento de precio, cuando este se retrasa y la oferta disminuye».