Por: Gustavo Gosiker, docente del Departamento de Administración y Recursos Humanos de UADE
Durante la primera fase de un emprendimiento o startup es conveniente tener herramientas que permitan utilizar inteligentemente el capital de trabajo. De esta forma, no habrá dependencia de grandes cantidades de recursos financieros, y será posible generar la suficiente caja como para ser autosuficiente y evitar endeudamientos innecesarios.
El concepto de capital de trabajo tiene diversas interpretaciones. Hay quienes lo definen como la diferencia entre los activos convertibles en dinero en menos de un año, y a ello le restan las deudas exigibles también a menos de un año. Entre los primeros es posible encontrar inversiones a corto plazo, cuentas a cobrar, productos en proceso de elaboración, o productos para la venta. Entre los segundos están principalmente a los acreedores comerciales. Generalmente, al momento de emprender, nuestro capital de trabajo se compone de dinero menos deudas por los proveedores de nuestros productos, instalaciones, etc.
Por eso hay que tener en cuenta algunas cosas:
Enamorarse del mercado y no del producto
Muchas veces observamos que una idea de negocios está basada en el propio “enamoramiento” del producto y no de la necesidad del mercado a cubrir. Esto puede generar inversiones que no conduzcan al éxito del proyecto y se partirá entonces de una premisa inconducente.
Planificación financiera al inicio y seguimiento
Desde que el saber se empezó a aplicar a la gestión, el capital monetario perdió preponderancia en el surgimiento de nuevas empresas, y el conocimiento comenzó a ser el bien de mayor valor. No olvidemos que el saber es el único recurso que aumenta con su uso. De hecho, una buena idea con poco capital tiene más posibilidades de triunfar que una mala idea con mucho capital. El problema surge cuando tenemos la idea y el capital pero no se sabe cómo planificar su utilización.
A partir del primer momento, se debe tener claro cómo se estima que se moverá el flujo de fondos para detectar posibles faltantes, y comenzar a pensar la forma en que el negocio se cubrirá de ellos. También servirá para manejar los excedentes y decidir acerca de la conveniencia de nuevas inversiones, de adquirir más stock, hacer más publicidad, etc. Por ende, la planificación financiera es una herramienta de la que no se debe prescindir. De esta forma, el plan de negocios contará con una guía que permitirá organizar mejor los recursos y reducir el riesgo de malas decisiones. Cabe aclarar que la planificación en todos sus aspectos deberá ser evaluada periódicamente a través de indicadores que permitan seguimiento, con el fin de tomar las decisiones en forma oportuna y corregir cualquier deficiencia.
Plazos de pago versus plazos de cobro
Un problema frecuente en el manejo del capital de trabajo es que una buena venta es considerada como tal en función de su monto, pero no se tienen en cuenta los plazos para la cobranza. Recordemos que la venta rentable es nuestra primera premisa, pero no debe ser pensada aisladamente, ya que el plazo de cobro puede ser determinante para su efectiva rentabilidad. Por ejemplo, si tenemos un plazo de cobro de 30 días pero los proveedores cobran a 20 días, necesitaremos fondos a los 20 días para pagar algo que se cobrará a los 30. Cuando la rueda del negocio gire, existirá la necesidad de pagar compras todavía no se cobraron, lo que requerirá fondos, por los cuales se pagarán intereses que reducen la utilidad. En el largo plazo, la situación se tornará insostenible y se perderá la rentabilidad a manos del costo de los recursos financieros necesarios para sostener ese esquema de negocio. Por eso, para un manejo inteligente, es necesario revisar periódicamente que las ventas tengan plazos más cortos que los pagos, y que esto ocurra desde el momento cero del negocio.
Los costos son otro punto que revisar y tener en cuenta. Al ofertar un servicio, no calcular todos los costos para establecer su precio resulta poco conveniente, más allá de la percepción de “rentabilidad” que pueda existir. No conocer o no tomar en cuenta todos estos elementos o erogaciones no permitirá controlarlos ni reducirlos, y de esta manera se perderá el manejo eficiente de la rentabilidad de la empresa.
En resumidas cuentas, planificación, conocimientos, seguimiento y control son las herramientas más útiles cuando se pretende un manejo inteligente del capital de trabajo.