El 29 de marzo de 2017, los trabajadores de la pizzería «Mi Tío», en la tradicional esquina de Estados Unidos y Defensa, en San Telmo, llevaban varios meses sin cobrar y de pronto encontraron el local cerrado con candado.
«Éramos los cinco del turno mañana. Llamamos a los de la noche y al abogado. No sabíamos qué hacer. Pero decidimos romper el candado, entrar y ponernos a trabajar, con una sola bolsa de harina y pocos condimentos que quedaban», recuerda Juan Daniel Nieva, maestro pizzero y actual presidente de la Cooperativa Mi Tío.
Pasaron cinco años desde esa fatídica mañana, y hoy, con la misma convicción y orgullo por su trabajo, los antiguos empleados, convertidos en socios de una cooperativa de trabajo, reinaguraron el local, puesto a nuevo con una mano de pintura y máquinas nuevas adquiridas gracias a un crédito del INAES.
«La mayoría trabajábamos hace más de 20 años en el local. Yo llevaba 35 años en la cocina y no sabía hacer trámites», cuenta Nieva, quien de pronto tuvo que hacerse cargo de cartas documento, inscripciones, habilitaciones y negociaciones con proveedores para sacar adelante su propia fuente de trabajo y la de sus compañeros.
Nada fue fácil, pero la lucha de este grupo de trabajadores (habían quedado ocho y hoy son once), tuvo sus frutos. «El dueño anterior se esfumó debiéndonos los salarios a nosotros, el alquiler al dueño del local, y varias cuentas a los proveedores», dice Nievas. «Por suerte, tanto el propietario de esta esquina -un empresario gastronómico dueño de una conocida marca de cocina española-, como los proveedores, nos perdonaron esa deuda que no era nuestra, y confiaron en nosotros», señala.
Y así recomenzaron, viviendo de las propinas y reinvirtiendo cada peso en mercadería para el negocio. Luego llegó la Pandemia, y sobrevivieron los meses más estrictos de confinamiento preparando viandas para empresas y organismos públicos de la zona. Clientes y vecinos los apoyaron acudiendo al local. Luego obtuvieron los créditos del INAES para maquinaria y mercaderías, y la solidaridad y cooperación de otras cooperativas y empresas recuperadas como Cintoplóm, que les donó la pintura.
«Estamos felices porque podemos seguir trabajando y vamos a sumar a un par más de compañeros», afirma el titular de la Cooperativa. De eso se trata la historia de esta y tantas otras empresas recuperadas: de resistir, producir y crear derechos para los trabajadores.