“Yo estaba en onda, pero luego cambiaron la onda. Ahora la onda que traigo no es onda, y la onda de onda me parece muy mala onda. ¡Y te va a pasar a ti!”. La frase pertenece a «Los Simpsons». La serie de la familia amarilla creada por Matt Groening está presente en nuestros hogares desde 1989. ¿Qué pasaría si a su trama se le añadieran los problemas y contrariedades de una empresa familiar?
Para los argentinos sería un nuevo enfoque muy interesante, además de divertido, sabiendo que del total de firmas que existen en nuestro país el 90% son empresas familiares – según el Instituto Iberoamericano de la Empresa Familiar. De hecho, estas mueven el 70% del empleo privado de acuerdo a estadísticas del Ministerio de la Producción.
De todas formas, si compartir el apellido es más la norma que la excepción, de por sí, trabajar entre parientes no es una ventaja competitiva. Es más, paradójicamente, puede ser la causa de la salida de un negocio del mercado. Con ventaja competitiva nos referimos, nada más ni nada menos, que a una cualidad que permite acceder a una variedad de mercados, realizar una contribución significativa al cliente, y ser difícil de imitar por el competidor, entre otras.
No obstante, aun cuando ser una empresa familiar no te garantiza tener alguna de esas características, no son pocos los líderes que sostienen que lo que hace valiosas a sus compañías son sus vínculos íntimos y el hecho de que los usuarios valoran comprar a una entidad familiar. De más está aclarar que estas premisas no encuentran sustrato en ningún estudio o análisis. Muy por el contrario, si una pyme se basa en la informalidad, el poder concentrado y/o la falta de profesionalización, estas debilidades tenderán a profundizarse si la organización además está conformada por socios que a su vez son familiares.
Por fortuna, existe un modo de sacar provecho de las prerrogativas que ofrece trabajar en clan para que la empresa no termine en el cementerio de las pymes. Este es teniendo al verbo ANTICIPAR como bandera y escudo tanto del linaje como de la empresa.
En efecto, prever eventos corrientes del ámbito privado (viajes, nacimientos, reuniones) y empresariales (cuestiones estrategias del negocio, toma de decisiones y roles); definir las condiciones de incorporación de parientes; establecer un plan sucesorio o ponerse de acuerdo en la remuneración de cada miembro afín, puede evitar la aparición de dolores de cabeza innecesarios en el futuro.
Pero ¿cómo llevarlo a la práctica? Los caminos son tan diversos como las genealogías. Implica reuniones bajo la asesoría de profesionales a fin de construir un protocolo y, lo más importante, el compromiso de los miembros de la familia con los valores, filosofía y visión de la firma.
Si lo que se busca es evitar sentir por la propia firma lo mismo que Homero por sus hijos cuando dijo: “He llegado a odiar mi propia creación, ahora sé cómo se siente Dios”, invito a los empresarios pymes a tomar estos consejos. Ya lo dijo Peter Drucker, “La mejor manera de predecir el futuro es crearlo”