En un estudio realizado por la Consultora W, se describe cómo son las consumidoras habituales de vino, qué vínculo tienen con él, sus preferencias y cuáles son las oportunidades que se abren para la industria.
Las mujeres van ganando terreno y rompiendo viejos mitos vinculados al consumo de vino. Sin embargo, todavía hay ciertos paradigmas de género que es preciso romper en el mundo del vino.
Según el informe “Situación competitiva del vino argentino en el mercado interno” elaborado por la Consultora W que dirige Guillermo Oliveto para la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR) como un insumo fundamental para la definición del Plan Estratégico Vitivinícola 2030, el vino continúa siendo una bebida de consumo masivo, ya que el 67% de consumidores habituales de bebidas con alcohol afirman tomar vino.
Hoy las mujeres ya tienen un rol muy relevante, constituyendo el 61% dentro de las consumidoras habituales de bebidas con alcohol (frente a un 73% que representan los hombres).
La primera conclusión del informe de mercado interno es que las mujeres son un nicho importante y con peso propio relevante dentro del universo de consumidores de vino en Argentina.
Según explica Oliveto, las mujeres llegan para romper con el tintocentrismo masculino, diversificando sus preferencias al sumar el blanco, los rosados, los tardíos; e incorporan nuevas formas y ocasiones en las que disfrutan del vino, ya sea solas, en una cena romántica o en una juntada con amigas.
Según el informe, las mujeres muestran una preferencia más equilibrada entre tinto, blanco y rosado. Así, mientras el 63% de los hombres que consume vino, elige tinto y sólo el 20% “otros vinos”, en el caso de las mujeres la brecha es menor, ya que el 42% de las mujeres toma o prefiere el vino tinto, contra un 29% que elige otros vinos.
La “conexión femenina” con el vino
Los resultados del estudio de mercado interno que recientemente presentó COVIAR indican que las mujeres se conectan con el vino desde espacios propios, como un mimo o regalo para sí mismas o un premio a su esfuerzo; y presentan escenas de consumo fuertemente descontracturadas y nuevas.
Entre las mujeres consumidoras habituales de vino, el vínculo es diferente, no pasa tanto por el saber sino por el sentir. “Me doy un mimo cuando llego del trabajo, tomo una copa de vino para relajarme y conectarme conmigo misma o con mi pareja, me permito un premio después de un día agotador o cuando me fue bien con algo”, sostienen algunas de las encuestadas.