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Las ‘máscaras’ de la economía en tiempos pre-electorales – Por Nino Fernández

Pienso en la cola de 1000 personas interesadas en trabajar en la Cárcel de Olmos. Y luego pienso en esa suerte de siesta (estabilidad) por la que atraviesa la Economía a pocos días de las PASO. Una siesta forzada porque el regreso a la vigilia estará marcada por la tensión.

El típico contraste de Talía y Melpómene, los nombres con lo que se conocen las máscaras del Teatro griego. Por un lado la ‘sonrisa’ de la foto de la coyuntura, por el otro lo que no se ve de la foto, el backstage, que tiene mucho de ‘tragedia’.

Las cartas de triunfo del oficialismo están sobre la mesa: la más que probable caída de la inflación en julio, la certeza de un nuevo registro positivo en el nivel de actividad de junio y un previsible amesetamiento en los indicadores industriales y de consumo. Son los resultados que aplaude el mercado (eufemismo que también oculta gente de carne y hueso). Algo así como el contrapeso ideal para los malos tragos que corresponde esperar para los próximos tiempos.

Es que más allá de los aumentos coyunturales del dólar o del Riesgo País, para no mencionar algunas noticias mediáticamente incorrectas, como los aumentos del desempleo, de la pobreza o de la deuda, está claro que se han potenciado algunos desajustes no menores.

Pero además conviene preguntarse si los datos que le han devuelto la confianza al oficialismo son sólidos y de largo aliento.

El crecimiento de la Economía (2,7% en mayo) tuvo mucho que ver con la cosecha récord y con la metodología estadística, que compara el indicador de actividad de este año con el de mayo del 2018, cuando había derrapado 5,8%. Con el mismo criterio se debe esperar que la medición de junio sea igualmente positiva, porque un año atrás el PBI había caído 6,9%.

Por cierto que en esta recuperación del ritmo de actividad no hay ‘aportes’ de la Industria manufacturera y el Comercio, las dos mayores usinas de empleo, de la economía local.

Sin embargo, algunos indicios permiten vislumbrar una recuperación del consumo, motorizada tanto por los estímulos del Gobierno (Autos y Motos 0 Kts; Plan 12, créditos Argenta, etc), como por el aguinaldo y los sueldos post paritarias.

A esto se suma el derrame a cuentagotas de la rentabilidad del agro en localidades de la Pampa Húmeda y de otras economías regionales (pesca, energía, minería y turismo) en sus zonas de influencia.

El punto es que buena parte de estos rebotes puntuales enfrentan amenazas, en algunos casos, producto de los desarreglos antes mencionados. Por un lado, la progresiva pérdida de competitividad del tipo de cambio, que terminará afectando las exportaciones sectoriales. Por el otro, el igualmente decreciente poder de compra de los ingresos familiares.

En ambos casos el mayor responsable del deterioro es el mismo: el packman de la inflación. Pero no es el único. Otros factores que también le quitarán ímpetu a la economía son la presión impositiva y el costo del crédito, dos resortes clave del Gobierno para apuntalar la política fiscal y monetaria.

De todos modos la inflación luce artificialmente contenida. No solo por la política del BCRA, sino también por medidas como la suspensión de aumentos tarifarios, de fuerte impacto inflacionario en el último año. Para no mencionar la brecha entre Precios Mayoristas y Minoristas, que a pesar de una fuerte reducción en junio, se ubica en torno a los 6 p.p., que tarde o temprano se traducirán en remarcaciones de precios en góndolas y mostradores.

La otra gran incertidumbre que rodea la marcha de los negocios, tiene que ver con las ventas al mercado interno y al exterior, donde de a poco, algunos sectores van imaginando el fin de la recesión.

Algunos rubros emblemáticos levantaron significativamente sus ventas de la mano de los instrumentos de promoción del consumo, como el caso automotriz. Pero se trata de una media sonrisa: las mayores ventas corresponden a modelos importados. A pesar del repunte Toyota y General Motors acaban de aplicar suspensiones temporarias en algunas de sus plantas locales y la autopartista Clapps, fabricante de discos de frenos y tapas de cilindros, entre otras piezas, cerró sus puertas. Cuarenta trabajadores que pasaran a ocultarse tras la máscara triste del Indice de Desocupación, que el INDEC dará a conocer a mediados de septiembre, a medio camino entre las PASO y las elecciones generales.

De vuelta: aunque la Economía transite por una suerte de siesta, muchos factores impiden que el sueño sea reparador. Ni hablar cuando se trata del sueño de los desocupados.

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